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lunes, 11 de enero de 2016

EN-CLAVE DE AMOR


"NOSOTROS NO SOMOS MEDIAS NARANJAS
            SOMOS DOS NARANJAS RODANDO JUNTAS" 


Después de tantos días sin escribir debido al vaivén de viajes, visitas y familia al que nos sometemos en época navideña, me pongo con gran entusiasmo a retomar mi blog.

Hoy quiero escribir sobre la RELACIONES DE PAREJA y los laberintos que recorren las emociones en el entresijo de cada uno de nuestros corazones.

Hay gente que pasa mucho tiempo de su vida buscando una pareja con la que poder compartir su vida. Unas han podido encontrar aquella persona que llenará sus vidas, otras aún siguen buscando y otras por el contrario han preferido seguir sin pareja. 

Cuándo se busca una pareja, se parte de la premisa de que esta situación nos va a llenar de dicha y felicidad ¿Quién no ha soñado alguna vez con poner un amor en su vida?

Por lo general, el comienzo de las relaciones está lleno de entusiasmo y pasión.   Se crea una magia entre dos personas que ninguna emoción llega a ser tan intensa y voluminosa, porque nos llena todo nuestro ser con sus locas mariposas. 
Al principio de una relación tenemos presentes la alegría, pero también acompaña el miedo a defraudar a la otra persona, miedo a que no nos sigan en nuestras emociones, miedo a la pérdida y temor a que una emoción tan fuerte como la pasión se acaben. 

Cuándo por fin hemos conseguido poner un amor en nuestra vida, el siguiente paso es el COMPROMISO. Si amo a una persona, la quiero a mi lado, y eso supone cierto riesgo, y un acuerdo que debe ser aceptado por ambas partes. Hay tantos tipos de pactos para mantener una relación como personas , es decir, cuándo hablo de compromiso no me refiero únicamente al matrimonio, a la convivencia, o a las parejas de hecho. Cuándo hablo de compromiso me refiero a la decisión de dos personas de rodar juntas en una  misma dirección durante el tiempo que dure su amor. Hay parejas que no conviven en la misma casa, a veces ni siquiera en la misma ciudad y que llevan muchos años manteniendo viva la llama del amor con más armonía que muchas de las relaciones de convivencia que conozco. 

El objetivo del amor, no es otro que mantenerlo en el tiempo. Queremos la compañía de la otra persona para el resto de nuestra vida, tenemos miedo a envejecer sin nuestra pareja, miedo a que se acabe el amor, miedo a la soledad y a no saber adaptarnos a una realidad diferente a la que en su día elegimos. 

Pero en muchas parejas, el amor se marchita igual que las plantas cuando no se riegan y entonces deciden de forma muy inteligente separarse y romper el compromiso que en un principio se había establecido. Sé de mucha gente que se ha separado de una relación en la que ya no había amor, y no conozco a nadie que se haya arrepentido, es más, han renacido, se sienten con más entusiasmo ante la vida, aumentan sus ilusiones, y comienzan a conocerse mejor a sí mismos. ¿Os habéis dado cuenta que cuándo alguien se separa de una relación tediosa y falta de amor, se cuida más, se arregla más, la cara está más relajada y la sonrisa es más inmensa? 

Con esto último no pretendo decir que el desamor sea deseable y que sea un camino de rosas una separación, que no estallen todo tipo de emociones negativas en ese proceso (ira, tristeza, melancolía, miedo…), pero no olvidemos  que en la convivencia entre parejas cuándo se ha terminado el amor, también se viven este tipo de sentimientos. Al anclarnos en relaciones marchitas, no solo mantenemos esas emociones sino que estamos poniendo un muro delante que no deja pasar otras sensaciones más positivas y energizantes que nos hagan vibrar. Hay muchas razones por las que se mantienen relaciones de pareja sin amor, y una de ellas es el miedo a encontrarse con uno mismo, a descubrir las propias capacidades, los propios temores y las alegrías. 

Para mantener una relación de pareja, primero hay que saber estar con uno mismo, valorarte, conocerte, saber estar en soledad, aprender a defenderte y a manifestarte, expresarte, saber lo que quieres y expresarlo sin miedo. 
No podemos pretender que la otra persona nos salve de lo que nosotros no queremos afrontar, no se puede exigir a la otra persona que te de la felicidad que tu no eres capaz de darte. Por eso es tan importante que nos conozcamos bien, porque así podremos pedir de la forma más asertiva posible aquello que nos gustaría que nos dieran, pero sin exigencias, porque en nuestra soledad ya hemos aprendido a ser autosuficientes. 




CLAVES PARA MANTENER UNA RELACIÓN DE AMOR SANA 


1. Conocerse a uno mismo. Es vital encontrarse a uno mismo antes de establecer alguna relación. No puedo buscar a otra persona si antes no me he buscado a mi, porque no encontraré más que a alguien que haga de mi lo que esa persona quiera y yo nunca estaré satisfecho.

2. Trabaja tu autoestima. Las relaciones, como las plantas hay que regarlas, de la misma forma que hay que regarse a sí mimos. Una "palmadita" en la espalda sienta muy bien. Mimarse, cuidarse, hacer deporte, alimentarse bien el cuerpo y el alma son reglas importantes para mejorar la autoestima. Despréndete de tus ataduras, libera tus miedos. Si no puedes acéptalos y aprende a vivir con ellos. 

3. Mantén tu independencia. Muchas relaciones de pareja fracasan porque se terminan asfixiando. El exceso de control y dependencia emocional hacen que la otra persona se termine ahogando y también que disminuya tu autoestima al no sentirte tú mismo, al encontrarte siempre a merced de la otra persona. En estos casos la renuncia a vivir con autosuficiencia física y emocional ocasiona un deterioro importante en nuestra persona, nos hace sentirnos frágiles e inseguros. Perdemos en este camino muchas cosas por descubrir.

4. Dedica un día a la semana al amor. Quiero decir, que ese día sea solamente para hacer aquello que más le guste a tu pareja, regala ese tiempo que no has tenido durante la semana y obsequiala con aquello que tu sabes que más le gusta. Esto es como regar las plantas. Desprendete de prejuicios, miedos y quehaceres diarios para vivir plenamente ese día, ese momento.

5. Sorprende. Las sorpresas son buenas consejeras en las relaciones de pareja,   porque cuándo pasa el tiempo se necesitan estímulos nuevos y emergentes que nos hagan sentir emociones intensas. No es necesario gastar dinero si no se quiere para sorprender, para ello utilizaremos nuestra imaginación y disfrutaremos con ese nuevo regalo inesperado que vamos a ofrecer. 

6. Huir de la rutina. Vuestra creatividad aquí también jugará un papel esencial. Viajad a lugares diferentes al menos una vez al año, pasear por algún sitio al que nunca hayáis ido, disfrutad de aquella película diferente que no habéis visto, cocinad juntos alguna comida distinta y probad cosas nuevas.







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